viernes, 8 de marzo de 2013

BORDE (agosto 2011)


Cuando los sonidos
habituales marcan
que recomienza
el arbitrario segmento
que la especie humana bautizó día,
cuando involuntariamente
las pestañas se hamacan
despegando el rimmel
-oscuro cemento –
debes rasgar la frontera
entre el suelo y fantasía.
El límite ha sido para mí
siempre un problema.
Algunos buscan sueños
en las drogas y la noche.
Un video clip de cuatro
minutos de veneno,
dos o tres repeticiones,
después vuelven al acto
del traje, el negocio,
el aula, el precipicio.
Video clip burbuja
de la burguesía,
con tres televisores
en sus casas
para mirar el desfile
y la comparsa.
Un toque en cada pantalla.
Sólo un toque.
Un toque de facebook
rápido y aséptico.
Una revelación
en ciento cuarenta caracteres.
El borde, siempre un problema
para los demás, en mí.
Aún sigo sin ver porqué
sólo cantar en la ducha
y no en las calles;
porqué no enamorarse
en un minuto
del malabarista de las clavas luminosas
de Corrientes y Alsina.
Los que buscan el borde
sólo se animan
a ser espectadores casi mudos
del video, la foto,
el mensaje en terreno virtual
-bien separado, Dios los guarde-
del suelo, el expediente,
las cuentas,
las relaciones que los tocan
- o no tocan –
las flores que no compran,
las cartas que no mandan,
los besos sin sonrisas
los engaños que pergeñan
o se bancan,
las pálidas resignaciones
que llaman calma.

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